OCAÑA Y EL CARNAVAL (DE LO QUE SEVILLANAMENTE SE DICE "MARICONADA")




Publicación: ABC
Fecha: 25/02/1979
Página: 40
Autor: BENITO FERNÁNDEZ

Todo a punto para el 3 y 4 de marzo

CON LA BIENVENIDA A OCAÑA COMENZARÁN LOS CARNAVALES

Hoy, en la Alameda, estarán a la venta los carteles conmemorativos

Ocaña, el famoso Ocaña, el «gay» cinematográfico, viene el día 2 a Sevilla. Y viene expresamente a dar el pregón de apertura de los carnavales sevillanos. La tierra «tira», y el Ocaña de Cantillana afincado en tierras catalanas, el pintor, el artista desconcertante, ha acudido a la llamada de los organizadores de este primer neo-carnaval sevillano, abandonando por momentos «su Barcelona del cuerpo para venir a su Sevilla del alma». Y una comitiva carnavalesca le dará la bienvenida en el aeropuerto de San Pablo.

LOS LOGROS SE ESTÁN CONSIGUIENDO. – Poco a poco todo lo propuesto para los días 3 y 4 de marzo se están consiguiendo. El permiso gubernativo ha costado, pero, por fín, y dado que la campaña electoral ha finalizado para esos días, ha sido concedido. La Junta de Andalucía, a través de su Consejería de Cultura, apoya totalmente la idea –en nota enviada a los medios de comunicación–, por considerar que es una expresión festiva y cultural más del pueblo de Sevilla. El local donde pasar la noche del sábado al domingo también se tiene. Allí, en la calle Calatrava, Comisiones Obreras ha cedido su amplia sede para gozo de los carnavaleros. Los carteles serán puestos a la venta hoy domingo, en la Alameda de Hércules, a fin de sacar fondos que sufraguen los gastos. El escudo de Sevilla, con Hércules disfrazado de murguista y perros en vez de leones; abajo, la bandera de Andalucía con una fecha: 1934-1979*, y dos palabras, Carnavales y Sevilla.

[...]

N. de la R. – Nada habría que objetar a la lúdica iniciativa de resucitar los tradicionales Carnavales sevillanos, que muchos recuerdan con nostalgia y alegría, si en el anuncio de estos actos no se adivinara que poco menos que se intenta hacer un despliegue «gay», como ahora llaman a estas cuestiones. Los «gays» nos merecen todo respeto, como cualesquiera otros sevillanos, pero las cosas pueden rodar de forma que el Carnaval se convierta en una bacanal de la Alameda si el señor Ocaña sólo realiza en público la mitad de los actos con que apareció en su polémica película. Los sevillanos tienen ante sí una delicada cuestión: o podemos resucitar el Carnaval, como han hecho con derecho y mérito Cádiz y Santa Cruz de Tenerife, Trebujena e Isla Cristina o podemos impedir que sea algo popular, espontáneo, interclasista, tolerante, abierto a todos. Ojalá nos equivoquemos, pero lo que quieren organizar en la Alameda se dice sevillanamente con una palabra muy fuerte. Y entonces daremos un pretexto más a los que afirmans que bien muerto está el Carnaval. Lo cual no es cierto: Sevilla debe tener Carnavales, pero no bacanales. Unos Carnavales dignos. No una vulgar mariconada.

Nota de LRDV: 1936, año en que se suspendieron.




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